jueves, 12 de febrero de 2009

Ejercicio Con Papel



Y ahí estábamos, los dos, sin saber que decir uno y sin saber que quería el otro. La verdad es que uno recurre al papel generalmente cuando lo necesita, es de esas cosas que están todo el tiempo ahí, a la espera, creo que si pudieran se fumarían un cigarro, son como los taxistas, los remiseros…
Y de golpe el papel en blanco se apiada de la falta y toma la posta: y que le anda pasando que me tiene acá hace dos horas y no me escribe nada?- perdón, le digo asombrado. – y sí, está ahí acariciando las teclas, mira para otro lado, usted sabe que uno tiene paciencia pero al final… después de un rato… sino deje. – pero me pregunta por compromiso, para sacar charla, está apurado, tiene que hacer? – no, no… es que lo noto como con la necesidad de decir algo, por lo menos míreme cuando le hablo, hombre. – tiene razón, disculpe. Sabe qué pasa, son como muchas cosas que tengo ganas de escribir, pero no sé. Uno a veces cree que tiene el mejor poema, justo en el momento que no tiene nada para escribir, y cuando tiene no sale nada. – tampoco es que vaya a reinventar la literatura. – bueno, uno cree… - si, si. Lo entiendo. Pero vaya dejando de creer… no es por desanimarlo, pero… - mire, déme una mano, para pesimista ya estoy yo. – pero igual, no es el blanco lo que lo está frenando, no? – se dio cuenta. – los ojos vidriosos, la mirada esquiva, ese movimiento que hace con el cuello haciéndolo sonar, la mano que aprieta los ojos y baja hasta la papada… usted le está buscando la vuelta a alguna otra cosa me parece. – ando medio tristón, usted disculpe la confesión. – ya veo. – y me gustaría plasmar la desventura del amor no correspondido, el sufrimiento del que queda solo aún en la soledad, la desesperanza del… - epa, epa, no me vaya a hacer cómplice de suicidio, mire que después el que anda de expediente en expediente soy yo, y me marcan todo buscando sistemas, estructuras, repeticiones, que por qué usó determinada frase, palabra… no, es muy complicado… - quédese tranquilo, no pienso en eso, sino no escribiría. No hay nada más triste que la explicación de un chiste. – ja, tiene razón. Igual por qué no busca por otro lado, no sé, en vez de las desventuras, el sufrimiento, por qué no apela a los recuerdos bellos, las situaciones risueñas, los detalles mínimos. Esas cositas que lo hicieron feliz… - ahora me va a decir lo tengo que escribir? Me parece que se está desubicando. – haga lo que quiera, no lo tome a mal. Pero sabe, ya cansa un poco con eso… desde su noviecita de primer grado que viene con la cosa del amor febril y el desengaño… - le parece, no había caído en la cuenta. – claro, usted hace catarsis y los demás… - pero esas son las cosas que nos pasan a todos, nos embarcamos en el viaje a la eternidad y nos hundimos a los treinta metros. O no? – debe ser, no tengo el gusto. – discúlpeme si lo incomodo. – no, si no tiene la culpa… usted por lo menos se enamoró qué, tres, cuatro veces? – sí, no más. – yo no sé que eso, a los sumo me conformo con lo que me escriben. Mire, yo pude haber sido una carta de Napoleón a su amada, puede haber contenido Romeo y Julieta, Las Metamorfosis… pero acá estoy, haciéndole de oreja, justo yo que soy papel. – le pido disculpas de nuevo… hagamos una cosa, por hoy no lo molesto más. Cuando tenga algo que lo haga sentir orgulloso de usted mismo, ahí le metemos para adelante. – por favor, ya sabe que estoy acá cuando guste… y no se ponga mal… tráigame en estos días esos poemitas cortitos que hace… no están mal.. – salga de ahí… adulón.